Recreación en 3D de un personaje histórico: el emperador Constantino I (306-337)

Según parece, hacia el año 325 comenzó la construcción de la antigua basílica de San Pedro del Vaticano, en Roma. Probablemente fue el emperador Constantino quien encargó levantar sobre los restos del «trophaion» de San Pedro (un trofeo o monumento conmemorativo que se hallaba próximo al presunto lugar de su ejecución) un enorme edificio a la altura del más importante de los apóstoles. Más dudas existen sobre si llegó a ver acabada la imponente basílica o si, por el contrario, fueron sus sucesores, en particular su hijo Constancio II, quienes concluyeron su obra. Sea como fuere, poco más de tres siglos después de que el emperador Augusto reivindicara con sus políticas la tradición romana, el culto a Apolo y la vuelta a un orden «republicano» que, en realidad, ya había cambiado para siempre, Constantino abrazaba una nueva religión y se encomendaba abiertamente al dios cristiano como su protector. Pero, ¿Quién fue Constantino?

Conservamos muchísima documentación sobre el emperador Constantino, sobre su figura pública y sobre la imagen que él quiso proyectar o que otros proyectaron sobre su figura, pero muy poca sobre Flavio Valerio Constantino, el hombre detrás del mito. Autores contemporáneos, como Lactancio (ca. 250-325) o Eusebio de Cesárea (ca. 260-340), no nos transmiten sino una visión sumamente edulcorada de la vida de Constantino, desde un punto de vista cristiano y casi hagiográfico, una visión que el paso de la historia y el peso posterior del Cristianismo en la cultura occidental han potenciado enormemente. El punto de vista divergente es aportado principalmente por el historiador no cristiano Zósimo (ca. 460-520), que recoge una tradición casi perdida en su totalidad y que resalta las facetas más negativas del emperador.

Los discursos y cartas del propio Constantino -conservados en su mayoría por su amigo Eusebio de Cesárea-, así como las monedas, los restos de estatuas monumentales y arcos triunfales, así como sus supuestas promociones arquitectónicas, constituyen fuentes primarias muy condicionadas por su contexto que ofrecen mensajes en ocasiones contradictorios, lo que profundiza en la dificultad de entender al hombre que se encontraba detrás del emperador.

Sea como fuere, aquí hemos intentado reconstruir la imagen del emperador Constantino tal y como pudo ser en torno al año 324, tras su victoria sobre Licinio en la batalla de Crisópolis, que le consagró como único emperador de Roma y como verdadero «Vencedor», tal y como gustaba llamarse a sí mismo.

Constantino nació en algún momento entre el 270 y el 285 en Naissus (actual Nis, Servia). Su padre era un oficial del ejército romano llamado Constancio y su madre, Elena, fue una mujer de origen humilde, probablemente una posadera con la que su padre tuvo una relación extramatrimonial. Constantino fue seguramente un joven tremendamente ambicioso que, tras la muerte de su padre, el ya emperador Constancio I Cloro, el 25 de julio del 306, en Eboracum (actual York, Inglaterra), se proclamó emperador de forma ilegítima, mediante un golpe de Estado. Comenzaron entonces unos años turbulentos en los que Constantino combatió, derrotó y asesinó a sus coemperadores de la tetrarquía (el sistema político que en ese momento estaba vigente). Ningún otro personaje histórico ha llegado a acabar con tantos emperadores romanos como Constantino. Sus victorias más conocidas fueron dos: la del Puente Milvio (312), contra el emperador Majencio, donde la leyenda situó la famosa aparición de la cruz o el staurograma al propio Constantino, que muy probablemente fue un invento propagandístico a posteriori; y la de Crisópolis (324), contra el emperador Licinio. Esta última victoria consagró a Constantino como único emperador de Roma, haciendo retornar de este modo la monarquía absoluta hereditaria al Imperio Romano tras el periodo de gobierno compartido entre cuatro emperadores (o tetrarquía).

Desde ese año 324, Constantino se hizo llamar Victor en latín o Niketés en griego, es decir, el Vencedor. Acumuló todo el poder en sus manos y comenzó una serie de amplias reformas en lo ámbitos civil, militar y religioso que dieron forma al nuevo Imperio Romano. Lejos de la figura edulcorada que nos ha legado la tradición cristiana, Constantino fue probablemente un emperador pragmático y, quizás, sin escrúpulos, que no dudó en mandar asesinar a su hijo mayor, Crispo, y a su segunda mujer, Fausta, aunque, por desgracia, no conocemos los motivos de estos hechos. Tras la muerte de Constantino, en el 337, sus hijos tomarán el poder y asesinarán a su vez a todos los hermanos y a prácticamente todos los sobrinos del ya fallecido emperador para, finalmente, acabar asesinándose entre ellos en una verdadera lucha fratricida de corte shakesperiano.

Esta tremenda historia de luchas de poder entre los miembros de una familia, tan común en las grandes dinastías, contrasta ampliamente con la imagen del emperador Constantino (Constantino el Grande según la tradición católica o San Constantino según la Iglesia Ortodoxa) que nos ha legado de forma más extendida la historiografía cristiana. Y, sin embargo, debe casar con buena parte de ella.

Efectivamente, Constantino, que durante unos años estuvo muy ligado al culto de Sol Invictus, fue experimentando una progresiva transición religiosa entre aproximadamente el 312 y el 324, que le llevaría finalmente a acoger la religión cristiana como propia, protegerla y difundirla, presentándose como protegido del dios cristiano al que, convenientemente, asociaba con Sol Invictus. El dios cristiano, un dios único y todopoderoso, resultaba tremendamente oportuno para Constantino que, a su vez, se presentaba, tras el periodo de la tetrarquía, como único y todopoderoso emperador. De este modo, Constantino llevó a cabo una serie de políticas que beneficiaron a los grupos cristianos, participó activamente en sus debates doctrinales, impulsó y participó en el Primer Concilio de Nicea y probablemente encargó construir algunos de los edificios más importantes del mundo cristiano posterior, como la basílica de San Pedro, en el Vaticano. Finalmente, antes de morir, fue bautizado por el obispo Eusebio de Nicomedia (lo que, a su vez, trajo ciertos problemas a la ortodoxia cristiana posterior, ya que Eusebio era arriano, pero esto es ya otra historia…).

Sea como fuere, Constantino mantuvo muchas de las prácticas políticas y religiosas de sus predecesores y combinó durante muchos años los símbolos y cultos tradicionales de Roma con las prácticas cristianas. El «giro constantiniano» hacia el Cristianismo no fue algo abrupto en cuestión de días o meses sino una transición progresiva de años o, incluso, décadas, que ayudó a configurar el caldo de cultivo en el que se desarrollaría la Edad Media europea.

la recreación en 3d del emperador constantino

A la hora de llevar a cabo la recreación en 3D del emperador Constantino llevamos a cabo el siguiente proceso de trabajo:

  • Creación del cuerpo del personaje. En este fase utilizamos Character Creator 4, uno de los software más potentes y que más posibilidades ofrecen a la hora de llevar a cabo personajes humanos en 3D. Gracias a CC4 fue posible recrear las facciones de Constantino en base a los retratos que conservamos del personaje que, si bien idealizados, nos muestran algunas facciones características, como su representativa nariz aguileña.
  • Diseño de las poses del personaje. El personaje creado en CC4 fue importado a Blender donde llevamos a cabo el posado del mismo, creando dos poses, una sentada y otra de pie, que permitieran dar vida a dos escenas diferentes. En Blender no solo se puede editar la pose del cuerpo o las manos sino también los gestos y mueca del rostro, aportando un realismo todavía mayor al personaje.
  • Diseño de las vestimentas. Para llevar a cabo el diseño 3D de la ropa utilizamos Marvelous Designer, que permite tener un alto control en este proceso de trabajo. Las vestimentas están basadas en ropas de la época que conocemos gracias a la iconografía de piezas como los Tetrarcas de Venecia, el Arco de Constantino en Roma, el Relieve de los Tetrarcas de Nicomedia o el Relieve de los Pretorianos del Louvre (este último algo más alejado en el tiempo pero igualmente válido para ciertas zonas de la vestimenta).
  • Diseño 3D de otros objetos. Las joyas, la diadema, la espada o el papiro que sostiene en su mano fueron diseñados en Blender a partir de referencias iconográficas. El papiro muestra la planta de la basílica de San Pedro, una de las iglesias que, presuntamente, encargó levantar el emperador Constantino.
  • Texturizado de las vestimentas y otros objetos. El diseño fotorrealista de las texturas se llevó a cabo en Adobe Substance 3D Painter, uno de los software que más herramientas ofrece para conseguir materiales realistas que imiten acabados reales.
  • Montaje de las escenas, renderizados y postproceso. Finalmente realizamos los distintos renderizados, desde diferentes puntos de vista y en escenas distintas, que nos permiten observar el personaje en su totalidad. El montaje de las escenas y el renderizado de las mismas se llevó a cabo en Blender y el postproceso se realizó en Adobe Photoshop.

Bajo estas líneas podéis ver, además, un making of de este trabajo en vídeo, en el que mostramos el proceso de creación del personaje a través de los diferentes software utilizados.

En el próximo curso online de «Blender para la recreación en 3D de personajes históricos«, que llevaremos a cabo entre el 17 de octubre y el 30 de noviembre de 2022, mostraré en detalle de forma práctica cómo seguir esta metodología de trabajo para crear personajes históricos de la más alta calidad. Además, mostraremos otros procesos de diseño en 3D de personajes que no requieren de software comerciales, que en ocasiones son herramientas costosas. De este modo, podréis llevar a cabo vuestros propios personajes en 3D y dar vida a vuestras escenas. Tenéis más información aquí, y ante cualquier duda, podéis escribirme en comentarios. 🙂

Bibliografía:

Barbero, Alessandro (2016). Costantino il vincitore. Roma: Salerno editrice.

Brandt, Hartwin (2007). Constantino. Barcelona: Herder Editorial.

Masana, Josep Vilella (Coord.) (2015). Constantino, ¿el primer emperador cristiano?: Religión y política en el siglo IV. Barcelona: Publicacions i Edicions, D.L.

McKitterick, Rosamond. et al. (Eds.) (2013). Old Saint Peter’s, Rome. British School at Rome Studies. Cambridge: Cambridge University Press.

Bannister, Turpin C. (1968). «The Constantinian Basilica of Saint Peter at Rome». Journal of the Society of Architectural Historians 27 (1): 3-32.

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