Siempre que construyo un curso online nuevo o rehago los materiales de uno existente me gusta hacerlo sobre una reconstrucción virtual diferente, con la que yo pueda aprender algo nuevo y con la que pueda trasmitir del mejor modo todos los conocimientos a los alumnos y alumnas. En este caso, y con la vista puesta en el próximo curso online de «Blender para la reconstrucción virtual en 3D del patrimonio«, he reconstruido uno de los edificios que más ganas tenía de recuperar en 3D: la antigua basílica constantiniana de San Pedro del Vaticano (Roma) hacia el año 350.

En la ladera del monte Vaticano, al noroeste del centro de Roma, se levanta hoy una inmensa mole de piedra que, con su inconfundible cúpula, protagoniza el skyline de la ciudad desde hace siglos. La nueva basílica de San Pedro se levantó durante un proceso largo a partir de comienzos del s. XVI que culminaría, de forma general, a finales del s. XVII. Por su obra pasaron Bramante, Miguel Ángel, Bernini y tantos otros. Pero, ¿qué derribaron para construir su edificio?


Con esta pregunta comencé una investigación que me ha llevado por bibliotecas y archivos digitales, buceando en libros y repositorios de imágenes, para intentar recuperar la imagen más verídica de la primera basílica de San Pedro, aquella que precedió a la actual. Mi objetivo era recuperar su apariencia hacia el año 350, poco después de su construcción, y desde el principio me percaté de que una de las tareas más complicadas sería «desnudar» las hipótesis de reconstrucción de la antigua San Pedro de todos los añadidos medievales. Pensemos que la primera basílica de San Pedro, fundada por el emperador Constantino a mediados de la década del 320, estuvo en pie más de 1000 años, siendo uno de los centros de peregrinación más importantes de la cristiandad y sufriendo centenares de reformas y añadidos.


Una vez dispuse de una base histórico-arqueológica e histórico-artística que me permitía vislumbrar la apariencia de la basílica que pudo ver Constantino, comenzaba el proceso de reconstrucción virtual con Blender. Para llevar a cabo el trabajo con la mayor transparencia científica y poder publicarlo en un futuro, me serví de la herramienta Extended Matrix diseñada por Emanuele Demetrescu. Poco a poco, pero de forma firme sobre las fuentes históricas, fui construyendo un modelo básico de volúmenes de la reconstrucción virtual que me permitió testear parámetros como la relación entre diferentes espacios de la basílica o la forma en la que la luz afectaba sobre ella.





El siguiente paso fue el diseño 3D, de forma independiente, de varios elementos complementarios a la reconstrucción arquitectónica: molduras y entablamentos, columnas, el monumento de S. Pedro, la fuente del atrio o el obelisco y el mausoleo severiano, fueron algunos de ellos.




Poco a poco fui integrando los diferentes objetos de detalle y elementos de decoración arquitectónica en la reconstrucción virtual. Faltaba, eso sí, algo muy importante: pavimentos y decoración musivaria, mosaicos, que conocemos por las fuentes.


Para llevar a cabo la reconstrucción de los pavimentos me basé en paralelos de opus sectile de edificios monumentales romanos relativamente cercanos en el tiempo, como algunos de la Villa dei Quintili o Civitavecchia. Diseñé varias texturas que pudieran repetirse en aquellos lugares de la reconstrucción en los que pudiera haber existido este tipo de recubrimiento. No solo pavimentos, sino también muros, al menos sus zócalos bajos.



La reconstrucción de los mosaicos fue especialmente interesante porque conllevó un intenso trabajo de investigación histórico-artística, combinando el estudio de fuentes directas y paralelos, para poder recrear la hipótesis de representación más cercana a la realidad. De este modo, siguiendo las fuentes históricas y sirviéndome de la tableta gráfica y Photoshop, reconstruí los #mosaicos del ábside (que son aquellos de los que más información tenemos), los del muro del transepto que lo enmarcaba y los del arco triunfal.




Con la arquitectura en pie y la decoración arquitectónica, de mosaicos y sectile, completada, la reconstrucción virtual estaba prácticamente lista. ¿Me acompañáis a conocer el resultado final? Se trata de un edificio de más de 240 metros de longitud que se levantó sobre una enorme terraza sepultando la necrópolis vaticana. Se divide en tres grandes partes diferenciadas: atrio, cuerpo de naves y transepto.


Algo muy importante a tener en cuenta es que el cuerpo de naves sobresalía en altura por encima del transepto y eso se puede ver muy bien en varias de las representaciones históricas que nos han llegado, como éste detalle de una tabla de Piero di Cosimo. Así, cuando observamos la reconstrucción virtual desde una vista baja, entendemos mucho mejor los volúmenes y las partes diferenciadas del complejo, sobresaliendo la gran nave central y con gran protagonismo del obelisco del circo de Nerón en su posición original.

Si nos aproximáramos desde la vía Cornelia -con un trazado similar a la actual via della Conciliazione-, caminando entre mausoleos centenarios vislumbraríamos a lo lejos, sobre una inmensa escalinata, la gran basílica, destacando la entrada al atrio y su fachada azulada.

Ascendiendo las escaleras de la gran plataforma y entrando en el atrio, observaríamos la gran fachada triangular y porticada. Un programa iconográfico del Juicio Final sobre fondo azul recibiría al peregrino, empequeñecido ante un templo tan enorme.

Acompañadme dentro de la basílica. Si entráramos en ella una mañana del año 350 podríamos ver algo así y quedarnos impresionados ante las inmensas columnas, capiteles y otros elementos decorativos reaprovechados de edificios más antiguos.

Si entráramos en ella, en cambio, al atardecer, la luz nos indicaría el camino hacia la tumba de San Pedro, bajo el ábside iluminado por los ventanales y la luz que rebota en mármoles y mosaicos. ¡Qué importante es la luz en cada momento del día para comprender los edificios!

Caminaríamos hacia el ábside y podríamos ir leyendo historias del Antiguo Testamento en los mosaicos situados sobre las columnatas de las naves, por encima del entablamento decorado con roleos vegetales. En el mosaico del arco triunfal, sabemos por las fuentes que lo más probable es que encontráramos una imagen de Cristo en el centro, flanqueada por San Pedro, al que se veneraba en la basílica, y por el propio Constantino haciendo ofrenda del modelo del edificio. El mosaico del ábside, por su parte, se conoce mejor y representaría una escena de Traditio Legis, con Cristo flanqueado por San Pedro y San Pablo entre dos palmeras y sobre 12 ovejas que caminan hacia el Cordero Místico desde las ciudades de Belén y Jerusalén.
Bajo el ábside, se encontraría el punto neurálgico de la basílica, el monumento funerario del apóstol, el primer baldaquino de San Pedro, al que podríamos dedicar otra entrada de este blog al completo. El transepto, al atardecer, brillaría con luz propia, diferenciándose de las naves de la basílica. Su uso funerario quedaría recalcado por la presencia de innumerables lápidas y sarcófagos de todos aquellos que querían descansar cerca de la tumba del apóstol.




La basílica de San Pedro, fundada por el emperador Constantino en la primera mitad del s. IV, se convirtió en un modelo arquitectónico a seguir por las grandes iglesias del occidente cristiano. Os comparto otra infografía, más clásica, que permite entender el edificio.

Lo que vino después, es Historia. Más de mil años de uso, reformas y añadidos que nos han llegado gracias a múltiples representaciones que nos permiten recomponer parte del puzle. En este hilo mostré algunas. 👇
La basílica constantiniana comenzó a derribarse a comienzos del s. XVI y los últimos restos de sus naves se demolieron en 1605 pese a la oposición de muchos. Parte de las cimentaciones de la antigua San Pedro fueron excavadas en los años 40 del siglo XX y hoy todavía pueden visitarse in situ bajo la basílica actual.
Así mismo, no quería acabar sin citar los trabajos de reconstrucción virtual (ya sea en 2D o 3D) de la basílica que precedieron a éste y que me han servido como inspiración y fuente para mi propuesta: comenzando por los dibujos de finales del s. XIX de Letarouilly o Brewer; las hipótesis gráficas de Bannister (1968); las vistas axonométricas de Krautheimer (1980); la sección de María Andaloro (2006); y, en especial, los trabajos de Hugo Brandenburg (2017), Christine Smith, Joseph O’Connor, Ruo Jia y Luo Xuan (2019) y Hubert Naudeix (2020). Todos ellos han aportado valiosas hipótesis que espero enriquecer con mi trabajo.
No quiero finalizar esta entrada sin invitaros a participar de este viaje virtual a través de la Historia conmigo este verano. Llevaremos a cabo un curso online con el que, siguiendo el ejemplo de este reconstrucción, podréis aprender a usar Blender. ¡Espero que os resulte interesante! 🙂
Me parece un trabajo realmente espectacular, como siempre. ¡Enhorabuena!
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